<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d6396079059930712417\x26blogName\x3dTwilight+Iris\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dSILVER\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://voicexnaia.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://voicexnaia.blogspot.com/\x26vt\x3d-710121450643389776', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
lunes, 1 de septiembre de 2008
Visitas (parte 6)

—¿Es idea mía o hay demasiada niebla? —preguntó Naia, temblando de pies a cabeza.
—¿Niebla? ¿De qué estás hablando? —inquirió Brooke, confundida.
—No hables gilipolleces —le espetó Alexis—. No puede haber niebla aún.

La chica se confundió mucho más. ¿Se estaba volviendo loca? ¿Le fallaba la vista acaso? No lo sabía, pero estaba cien por cien segura de que había una niebla que se extendía por todo el lugar, rodeando al trío. Alexis la reprendió por no haber traído algo más abrigador.

—Pero no creí que iba a hacer tanto frío aquí —replicó a modo de excusa—. Estamos recién comenzando marzo. ¡No puede estar tan congelado! ¡Ya parece invierno! —se quejó.

Apenas terminó de hablar se dio cuenta que Brooke ya estaba en la entrada del cementerio, esperándola. Alexis ya se había adelantado y se la veía caminando muy tranquila pero decidida. Naia se extrañó. Parecía que supiera lo que estaba buscando —si es que era eso lo que estaba haciendo—. Corrió para alcanzar a su amiga, mientras frotaba sus brazos con fuerza para hacerlos entrar en calor. Cuando se cansó, se dedicó a calentar sus manos con su aliento. Era imposible no tener frío si solo usabas unos jeans, botas, una blusa bastante delgada y sobre ésta una chaqueta de mezclilla. Para la temperatura del lugar eso era como ir usando un traje de baño al polo norte.

La chica de cabello negro estaba en una encrucijada mirando hacia cada lado, decidiendo a dónde iría esta vez, mientras aprovechaba para esperar a la castaña y a la rubia, que llegaron un poco después.

—¿Qué pasa? —le preguntó Brooke a su acompañante, al notar que se había dado la vuelta.
—No es nada —negó con la cabeza.

Pero mentía. Hacía unos segundos había sentido a alguien justo detrás de ella. ¿Acaso había sido su ángel? Lo dudó, porque de haber sido así, se habría mostrado. Pero por otro lado, no necesariamente las cosas debían ser de ese modo. Apartó esos pensamientos de su cabeza para seguir caminando.

—No es por nada pero... ¿A qué venimos? ¿Estamos buscando algo en especial?
—Vamos, Nai. ¡No seas amargada! ¿Acaso tenías algo más que hacer?

Llegaron a un lugar antiguo del cementerio en el cual el camino estaba completamente hecho de tierra, a diferencia de la zona más nueva.

—Ya no encontramos nada. ¿Por qué no volvemos? —sugirió Naia, que ya no soportaba el frío.
—¿Tienes miedo? —fue lo único que preguntó Alexis.
—¡Por supuesto que no! —replicó la chica— Sé que vamos a encontrar algo aquí pero...
—Pero tienes un mal presentimiento, ¿es eso? —completó la pelinegra.

Naia sólo se limitó a asentir con la cabeza. No podía rebatirle eso. Tenía toda la razón. Estaba ansiosa porque algo le decía que esa noche iban a descubrir algo, aunque su intuición le decía que no era nada bueno en absoluto. Pero quiso dejar de pensar en el asunto. Le dolía la cabeza y también sus manos y pies, gracias al frío.

—Alex... en serio. Este asunto del frío y la niebla me huelen mal

—Naia. Ya te dije que no hay niebla... —masculló pausada y calmadamente, cosa extraña en ella— Y el asunto del frío es porque te congelas hasta con una brisa de verano —dijo burlona, mientras miraba de reojo a Brooke para analizar su reacción.

—Bueno, entonces yo estoy alucinando o necesito lentes —se quejó. Estaba segura de lo que veía, y le molestaba que alguien lo negara. ¿Quién de las dos se equivocaba aquí?

Por un segundo le pareció ver algo a lo lejos. Miró a Alexis y Brooke, que estaban distraídas examinando una tumba. Después de pensarlo un rato se dirigió a aquel lugar y se encontró con otra encrucijada. La cantidad de niebla era exactamente la misma: como una capa de humo que la cubría por completo, mientras el frío le calaba los huesos. Miró hacia todos lados, esperando ver algo o a alguien. Nada. Hasta que sintió una presencia justo detrás de ella, como la última vez —¿qué manía tiene, sea lo que sea, de colocarse a sus espaldas?—. Al voltearse, sus ojos azul grisáceos se encontraron con unos de color verde intenso, como la hierba. Tal fue la sorpresa de Naia que retrocedió un par de pasos hasta toparse con un árbol. Ante ella se encontraba un joven más o menos de la misma edad que aparentaba su supuesto ángel —según la chica, no debía de pasar los veinte—, de cabellos oscuros ni cortos ni largos, lisos pero revueltos a la vez. Al parecer también estaba sorprendido, ya que imitó a la castaña al verse descubierto. La joven lo analizó lentamente con la mirada, como queriendo recordar dónde había visto a alguien así, hasta que reaccionó.

El joven sólo se limitó a desviar levemente su mirada y hundir ambas manos en sus bolsillos, haciendo un ademán de dar la vuelta y marcharse.

—Oh, no. Tú no te irás —exclamó Naia—. ¿Quién te crees que eres, jugando a ser espía, ¡Estoy segura de que eras tú el que me seguía!

—Me creo quien soy, nada más —se alejó caminando tranquilamente—. El mundo no gira alrededor de ti —terminó diciendo antes de desaparecer definitivamente—. Yo hago lo que se me venga en puta gana.

—¡Idiota! ¡Púdrete! —gritó a todo lo que daban sus pulmones y al no obtener respuesta, se enfurruño, cruzándose de brazos— Lo odio.

—Naia, ¿estás bien? Te oí gritar y pensé que te había pasado algo —dijo mientras observaba a su alrededor, esperando encontrar a alguna especie de ladrón. Alexis estaba detrás de ella, mirando fijamente a su amiga, inquisidora.

—Para variar, nada. Sólo me... —hizo una pausa mientras pensaba una excusa creíble que no la delatase— asusté porque vi una araña —mintió, riendo nerviosamente.

Notó que Alex rodaba sus ojos, incrédula. Ella sabía que mentía por supuesto, pero no podía hablar del tema con su curiosa amiga rubia ahí. Decidió decirle más tarde. No era un buen momento en absoluto, ni mucho menos el lugar apropiado. Sentía que su corazón se salía por su garganta. Aquel encuentro la había tomado por sorpresa. La pelinegra se acercó a ella y le indicó por señas que se apartaran un poco para hablar. Al ver que Brooke las seguía le indicaron que esperara allí.

—¡No es justo! Siempre hacen «reuniones secretas»! ¡Quiero saber! —lloriqueó.
—No, Brooke —repuso cortante Alexis—. Esto no te importa.
—Ya venimos, no te preocupes —se disculpó Naia, para suavizar lo dicho por su amiga.

Se colocaron por detrás de unos árboles, de forma que Brooke no pudiera leerles los labios. De todos modos, hasta donde Naia sabía, su amiga no podía hacerlo, así que estarían bien. Alexis la miraba fijamente de brazos cruzados, pose que solía adoptar cuando estaba impaciente, cuando pensaba o esperaba una respuesta a algo.

—¿Y bien?

Naia suspiró. No le gustaba que la presionaran. Además no quería hablar del tema con la de los ojos ámbar. En otros casos sí, pero el asunto que estaban a punto de tratar era... ¿delicado? No... ésa no era la palabra que buscaba, pero de todos modos... Tomó aire y preparó la respuesta mecánicamente en su cabeza, junto con la posible reacción y preguntas que podría realizar su amiga.

—Creo que... él volvió —arrastrando las palabras pesadamente y con desgano, mientras ponía sus ojos en blanco. Había un dejo de molestia en su voz.

—¿En serio? —no parecía muy interesada en el tema, pero la chica pensaba que lo decía para hacerle creer que no le importaba en absoluto.

—Si... Tú lo sabías, ¿no es así? —le respondió acusadoramente.
—¿Y qué si lo vi? —sonrió irónicamente, mientras se encogía de hombros.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó, ofuscada.
—¿Para qué? No te importa en absoluto —parecía estar enfadada con la situación.

—¡Oye! ¡Claro que sí! —luego de calmarse un poco, suspiró y tomó aire—. ¿Dónde y cuándo lo viste? —preguntó de forma que no demostrara demasiada preocupación. Quizás Alexis podría reaccionar más enfadada de lo que ya estaba.

—Hace casi una semana ya —respondió, tratando de mantenerse tranquila—. Lo vi por ahí en la calle. Bueno, tú me entiendes, ¿no? —sonrió como acostumbraba a hacer.

—Bueno, ¿y? ¿Dijo algo interesante?

—No hablé con él, idiota —agregó rodando sus ojos—. Sabes bien lo que pasó, ¿por qué habría de acercarme a él?. Imbécil.

—Yo... —dudó un segundo, pero sucumbió a la exasperación— ¡Ese idiota! ¿Qué demonios se cree que es? —exclamó revolviéndose los cabellos.

—Ni idea. Pero mientras no nos moleste, su trasero estará a salvo —le dijo con una sonrisa maquiavélica en su rostro.
—Por supuesto que no lo estará —dijo riéndose—. Se lo merece después de todo.

Alexis sólo se limitó a mirarla de reojo de forma socarrona, a la vez que hacía crujir sus nudillos y dedos.

—Espero que no se vuelva a aparecer por estos lados —agregó Naia, suspirando.
—Sí... —murmuró Alexis y luego de una pausa, preguntó— ¿Qué te pasa?
—¿No lo sientes? —quiso saber. Se había detenido y hablaba pausadamente.

Alexis le dirigió una mirada que Naia interpretó como «Lo siento perfectamente, pero no me importa». A la pelinegra nada le importaba, si ese era el asunto. Se volteó hacia ella para decirle algo.

—Alex, de verdad tengo un mal presentimiento. Esta sensación... —murmuró rápidamente.
—¿Cuál? —la interrumpió, esperando que se aclarara mejor.
—Un vacío en el estómago... y también, bueno... tú sabes —dirigió su mirada hacia su pecho.
—Ya, ya. Vamos antes de que Brooke empiece —la reprendió, empujándola.
—Pero...
—Si algo va a pasar, pasará. Deja de ser tan miedosa, Nai

Ni bien habían avanzado un par de pasos, la tierra bajo sus pies comenzó a temblar. Las chicas observaron cómo las ramas de los árboles se sacudían a medida que los zarandeos aumentaban de intensidad. Naia tenía que dar pasos lentos y de forma insegura —gracias a su pésimo equilibrio—, por el contrario de Alexis, que avanzaba a zancadas y con movimientos levemente felinos hacia la rubia Brooke, que estaba nerviosa mirando a todos lados, esperando que todo pasara en cualquier segundo.
—¿Qué...? —alcanzó a decir Naia antes de que Alexis la empujara.

~ Ir a parte 7 ~

voicë×Ŋαiα™ 16:18
About Me
It's my life!
Links!
A.j.e.d.r.e.z
Fandubs
Mis fandubs
Tag Board
el archivero
Layout Information